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Descubriendo la placa dental: qué es y cómo combatirla

Lo que comúnmente se conoce como placa dental se trata de un ecosistema conformado por diferentes tipos de bacterias adheridas a los dientes. Estos ecosistemas, o biofilms bacterianos, se refuerzan con la unión entre ellos, y dan lugar a la placa dental tan resistente y tan difícil de combatir.

 

Ya se sabe que la unión hace la fuerza, y las bacterias que forman la placa dental se valen de ello para crear una especie de escudo protector. Esta forma de actuar se debe a un fenómeno conocido como estigmergia. Al igual que con los grupos de peces que cambian espontáneamente de rumbo o con las bandadas de pájaros, ocurre lo mismo con los biofilms bacterianos. Entes pequeños forman comunidades que, unidas, crean una fortaleza enorme.

 

La placa dental es muy resistente, y el principal problema, destacado además por la Organización Mundial de la Salud, es la capacidad de resistencia de las bacterias a los antibióticos. Esto puede ocasionar que, si crece demasiado un tipo de bacteria dañina en la boca, se produzcan infecciones y enfermedades orales de diversa gravedad.

 

Hay que tener en cuenta además que la boca es una puerta de entrada al torrente sanguíneo, por lo que bacterias muy nocivas pueden pasar de la boca a cualquier parte del organismo y derivar en daños graves.

 

La prevención es el mejor remedio contra la placa dental

 

Dada la gran resistencia de las bacterias, la mejor forma de no desarrollar placa dental es la prevención. Para ello la higiene bucodental es un factor clave. Si cuidamos y mantenemos nuestros dientes y encías libres de bacterias, no podrán unirse y formar la temida placa dental.

 

Entre los problemas orales más habituales derivados de la placa dental se encuentran las caries, la gingivitis y la periodontitis.

El cepillado es fundamental para eliminar bien los restos de alimentos y evitar que las bacterias proliferen en la boca. Pero también es importante utilizar el hilo dental para llegar a los recovecos de la boca donde el cepillo no llega.

 

Y por supuesto, las revisiones habituales al dentista. No hay que esperar a tener molestias, un chequeo cada seis meses puede evitar el desarrollo de patologías graves y actuar a tiempo.